lunes, 27 de abril de 2009

Perspectivas de la Universidad

Considero de suma importancia reproducir en este medio la exposición que nos disertó el Arquitecto Oswaldo Nuñez Carvallo destacado docente UNI y miembro de la Asamblea Universitaria, con motivo de la ceremonia de apertura del año académico UNI - 2006.

Intento en esta oportunidad que la generosidad y la osadía de sus autoridades me permiten, hilar un pensamiento que aunque esquemático e incompleto, describe de manera más o menos equilibrada diversas relaciones entre universidad y la realidad de nuestro medio. Aquella, como todo producto social y cultural, puede ser entendida y descrita desde múltiples niveles a partir de sus más simples y formales hasta los más complejos y difíciles de precisar, desde lo que parece ser, hasta lo que es y lo que podría ser en una perspectiva mayor.
Es así que podemos considerarla como infraestructura, como soporte material –campus, edificación y equipamiento- de sus diferentes actividades. Hay que tener en cuenta a este nivel, su imagen tanto externa como interna. Desde la ciudad, afirmando o no una presencia urbana significativa y respetable, que corresponde a su rol en la comunidad, expresiva de las funciones que por definición la caracterizan frente a ella, y desde el interior, como imagen percibida por la comunidad educativa, como la casa de todos donde transcurre la vida académica, como el escenario que debería ser propicio para el ensueño y la reflexión, para el encuentro y la afirmación de valores. En este sentido no puede evidentemente ser entendida solo como un conjunto de aulas, laboratorios y oficinas, como muchas veces resulta ser como resultado de una visión estrechamente utilitaria, sino que debe contar con los espacios que permitan el desarrollo de todas las dimensiones de la experiencia académica y la riqueza de a experiencia vital, tanto a nivel fisiológico como intelectual.
Nos preocupa a ese nivel formal, la aparente contradicción entre la idea de la universidad encerrada dentro de los límites de un campus, dándole metafóricamente la espalda a la ciudad, como si la proyección social y la vocación convocante no estuvieran entre sus atributos esenciales, y la idea de una institución dispersa, mas participante y abierta a la comunidad. Como ante tantas convicciones que la modernidad nos impuso, la respuesta no es unidimensional ni tajante, la proyección y extensión social y cultural, los estudios que no tienen carácter masivo, los institutos que gozan de cierta autonomía, facilidades de bienestar, etc., pueden muchas veces estar ventajosamente fuera del campus, mas apropiado para funciones masivas o instalaciones de alta tecnología como laboratorios o talleres.
La universidad como servicio y expresión de la realidad sociocultural del país tal como es, es el siguiente escalón de esta aproximación. A este nivel, que podríamos llamar funcional, ella constituye el producto de una situación concreta –social, política y económica-, dentro de una visión estructuralista que la entiende como componente de un organismo mayor. Tanto las universidades públicas como las privadas, las que tienen o no tienen propósito de lucro, suelen responder preferentemente al interés por servicios y carreras que tienen amplios sectores de la sociedad que aspiran al bienestar y mejora individual o de grupo. Con frecuencia, de manera pronta y dócil, la universidad atiende estas necesidades proporcionando a nivel profesional los cuadros que la sociedad aparentemente necesita, sin apartarse demasiado de los que una institución politécnica podría igualmente aportar.
Trata de acomodarse a la demanda en lugar de generar una oferta que traduzca de manera más racional los verdaderos requerimientos del país.
Esta visión pasiva del rol de la universidad frente a la sociedad, suele contribuir de manera significativa a la formación de titulados que la realidad del país no requiere, o que no corresponde al nivel académico que la universidad ofrece, y a una especialización pobre en la visión del entorno que una formación universitaria moderna e interdisciplinaria exige. Nos parece especialmente grave y llamativo que la universidad pública en el país pueda reflejar este estado de cosas de manera no muy diferente a las universidades privadas, que por su naturaleza están mas orientadas a responder a libre juego de la oferta y la demanda de profesionales en el mercado, dentro de una realidad en la que las expectativas y la búsqueda de status hace imposible que este juego sea efectivamente libre.

Nota: La segunda parte será publicada posteriormente.

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