sábado, 22 de mayo de 2010

La UNI y el futuro de la profesión

Adolfo Córdova Valdivia, uno de los arquitectos más lúcidos, autor de diversas investigaciones, comenta el futuro de su profesión, de su aula mater, y propone programas especiales de mejoramiento del hábitat: renovación urbana en los centros de las ciudades, asistencia técnica en los barrios populares y dotación de servicios en el campo. “Si no se actúa pronto el próximo terremoto será dantesco”, alerta.

-¿Qué importancia tiene la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería, en la formación académica de los arquitectos y en el desarrollo de las ciudades?

-En primer lugar una importancia histórica: porque ha sido el primer centro de formación de arquitectos; y porque, de los 100 años que ahora celebramos, el único, durante los primeros 45 o 50 de esa centena. En segundo lugar, como consecuencia de lo primero, una importancia académica: porque los treintaitantos centros actuales, en mayor o menor medida, algo de su estructura curricular, algo de su metodología, algo de su espíritu creador, deben haber recibido a través de los profesores que, salvo excepciones, son sus egresados o discípulos de estos egresados.

En tercer lugar una importancia rectora: Porque, habiendo nacido en la Escuela de Ingenieros, y no en la de Bellas Artes, como hubiera correspondido a la tendencia de entonces, tuvo siempre un marcado acento hacia las técnicas de la construcción y a las consideraciones estructurales, virtudes no siempre imitadas; porque a pesar de los altibajos generados por la desatención estatal a la universidad nacional y de la dura competencia de la universidad privada, la Facultad centenaria se mantiene entre las primeras en la calidad académica de su bachillerato, cuya culminación, por ejemplo, sigue exigiendo como requisito la investigación, pese a su eliminación oficialmente generalizada; porque estimula a sus alumnos a ponerse al servicio de la sociedad, en especial de los sectores populares; porque fue también la primera en organizar estudios de posgrado con un prestigiado programa internacional, en los temas de urbanismo y planificación y porque su interés en esos campos persiste hasta hoy. Finalmente, porque a la calidad de sus docentes y de su enseñanza supo dársele en su momento, un marco físico ejemplar con la calidad arquitectónica de su acogedor local.

-¿Qué limitaciones tiene la universidad peruana en la formación de profesionales del urbanismo y la arquitectura?-

Creo que la proliferación de centros de enseñanza de arquitectura y de urbanismo conspira contra la calidad, por un lado, y por otro, no se corresponde con la percepción de esas disciplinas que la sociedad y el Estado tienen en la actualidad. Las 32 facultades de arquitectura no escapan a esta situación. Algunos locales de servicios municipales, algunas plazas públicas de provincias o de barrios, algunos edificios privados también, construidos en los últimos tiempos, evidencian en su lamentable expresión, esa desigual formación de nuestros profesionales.Pero las facultades de las universidades públicas viven, con dramas adicionales: el Estado no les proporciona los medios económicos suficientes para su desempeño. Esto incita a la migración hacia la enseñanza privada. La investigación y el equipamiento de bibliotecas y talleres es difícil y las publicaciones casi imposibles.

-¿Qué hacer para que las instituciones del Estado se vinculen más con la arquitectura y la planificación del desarrollo?

-La percepción de la arquitectura y del arquitecto ha cambiado en las últimas décadas. Antes había concursos arquitectónicos para toda obra pública. Antes había crítica en la prensa a las obras que marcan su presencia -y su larga permanencia- en la ciudad y en la vida de los ciudadanos. Antes había premios nacionales anuales de fomento a la buena arquitectura. Antes las municipalidades distinguían las mejores obras de su jurisdicción.En cuanto a la planificación del desarrollo, el matiz ideológico que se le ha atribuido agrega dificultades. Planificación es una mala palabra para sectores ultraliberales que la asocian a los regímenes comunistas.


Tomado del diario LA PRIMERA

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